viernes, 22 de abril de 2011

Plagas

Y me siento a redactar en este feriado santo sintiendo la necesidad de hablar de religión, aunque dejo escapar esto como temática frecuente en mis textos es necesario aveces aclarar las relaciones entre el mundo y las historias que lo crearon tal como es hoy.
No soy ningún tipo de fanática, aunque aveces me pregunto como se sentirá explotar en mil pedazos detonando todo a mi alrededor, pero me gustan las historias bíblicas, aunque muchas de sus moralejas hayan caducado en esta modernidad a la que asistimos. Y siendo viernes santo corresponde hablar de las pascuas, no es por ser pretenciosa ni por creer que los versículos son más verídicos que las tradiciones populares pero sinceramente creo que la idea de un conejo gigante y rosado con una canasta de mimbre me resulta traumática y espeluznante.
Convengamos que viendo un poco de National Geographic por estos días cualquier duda sobre las plagas de Egipto queda deslegitimada como un acto de la mano enfurecida del señor, sin embargo podemos hacer una analogía con los estragos que la naturaleza está provocando en el mundo actual, acrecentados por la mano del hombre, ¿cuanto de mala leche cuanto de venganza divina?
Todo buen relato tiene una parte de mitología y una parte de realidad, la primer parte le da un contexto de fantasía en el que todos queremos vivir y la segunda es el marco que sostiene la posibilidad de que las cosas realmente pasen, en su conjunto alimentan las ilusiones de las personas que se autoflagelan por divinidades que jamás avizoraron a menos que se encuentren en un estado de trance y estupefacientes sagrados. Después de todo todos necesitamos algo a lo que aferrarnos para pasar nuestros días y no caer en una ola masiva de preguntas existenciales y suicidios.
Yo elijo creer que el Mar Rojo se abrió en dos y dejo escapar al pueblo de jehova para que viva errante hasta que los Dioses terrestres del capitalismo les devuelvan su herencia (¿?), los mismos Dioses que hoy libran a Libia de su pasado, de su historia, de su cultura, de sus riquezas y de su población. Aveces es raro pensar en si el norte fuera el sur, pero ¿cómo sería este TEG si en lugar de vivir reinados por la cultura anglosajona el centro de este universo simbólico iniciara en un país árabe? ¿cómo sería la nueva lógica para entender la realidad?
Y mientras la cabeza se me llena de preguntas y la lluvia sigue cayendo en la ventana busco una película más de Hugh Grant y me bajo el segundo huevo de pascuas.


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