jueves, 26 de mayo de 2011

En la salud y en la enfermedad

A 7 meses del casamiento de mi prima siento que me va a colapsar el organismo de solo pensar en la idea de que me sienten en la mesa de las solteronas, esa mesa que la canasta de pan de la entrada es más grande que el resto porque las chicas mastican por ansiedad y para no largar el veneno contra el vestido, el catering o lo gordas que se van poniendo las otras, cuando en realidad se preguntan porque están solas (y si me preguntan a mí, la respuesta está más adelante).
Con 7 meses es tiempo suficiente para conseguir un novio respetable que pueda charlar con papá, un vestido decente que no me haga ver como una prostituta de los 90, pero que tampoco parezca una tía abuela y una figura moldeada a fuerza de dietas a base de queso blanco light y frutas y algún que otro pasaje por el gimnasio. Sí, con 7 meses llego al casamiento espléndida.
Y ahora nos ponemos objetivos: nunca hice dieta en mi puta vida y la última vez que pague la cuota del gimnasio me escapé cuando el atlético profe se distrajo. Voy a perder el tiempo eligiendo vestidos cuando el casorio es en Bariloche, me voy a cagar de frío, se me van a embarrar los tacos y me voy poner tan en pedo que es mejor un pantalón de vestir y un perfil bajo.
El novio, bueno, era lo único que podría tener resuelto en este momento, no porque vaya a salir a la calle a raptar al primero que cruce miradas conmigo, sino porque el pibe con el que chapo de vez en cuando me sugirió formalizar y yo en un acto entre conchudez extrema y pánico irremediable lo saque del orto con dos o tres excusas que me dio la razón (no estaba muy convencido supongo).
Quiero decir que tengo miedo al compromiso, pero en realidad tengo miedo de cagarla bien cagada. Convengamos que así estamos bien, no se la definición correcta de noviazgo porque hace bastante que no aplico el concepto a mi vida, pero supongamos que a partir de tal fecha tengo derecho de saber exactamente tu agenda diaria y escribirte cada 5 minutos para que me des un informe detallado, de ahora en más y por decisión unánime puedo hacer un berrinche y sacarte de las reuniones con tus amigos para que te fumes mi PMS. Y de ayer en adelante puedo exigirte que no vayas al partido porque quiero ir a ver zapatos al centro.
Y volviendo al tema del casamiento, voy a pedir la mesa familiar y voy a llevar las conversaciones al único lugar que me da seguridad: hello tengo una carrera y me estoy realizando profesionalmente, tengo 24 años y toda la vida para ensanchar las caderas.

lunes, 2 de mayo de 2011

punto g

No se si todos estábamos al tanto que el ginecólogo alemán Ernest Gräfenberg se considera descubridor de la zona erógena femenina, algo así como que no existía nada hasta que el llego y dijo "bueno chicas, como este año se portaron bien he descubierto que tienen sentimientos en la vagina y están acá!" (lease con tono alemán como padre cagando a pedos a sus hijos). Supongo que si no venía un alemán a decirme a partir de donde me puedo excitar nunca lo hubiera encontrado, como otro famoso austriaco que estaba enojado con la madre porque se le quemaron las tostadas y declaró con el poder de la verdad universal que un mundo blanco y masculino le da a esta clase de forros que la culpa de todos los males es de las madres, con esa línea de pensamiento estoy convencida que en lugar de matar a Bin Laden deberían haber ido a torturar a su progenitora.
Me juego las uñas de mis pies a que este mamarracho de ginecólogo no hubiera encontrado nada si su mujer no le indicaba el camino (atrás, a la derecha y ahora arriba y cuando termines transformate en pizza). Lo mejor de todo es que hay una comunidad científica (masculina) que pone en duda la existencia "geográfica" de la zona y debaten sobre el tema bajo el titulo "objeto ginecológico no identificado" y aunque quiero hacer muchos chistes sobre algunas capacidades masculinas para ubicarse en el mapa sin pedir ayuda me voy a limitar por lo cliché que resultaría.
Por la calidad y contenido de las publicidades de productos femeninos me juego a que atrás hay un "creativo" hombre indicando como se debe sentir una piba cuando le viene, seguramente su novia sea como las forras que aparecen en los spots y ojala sea así porque se merecen.
No soy el tipo de chica que se para frente a un chico a pedirle que la ame, ni del tipo que encabeza una huelga quemando un corpiño, mi sexismo intermedio me hace apelar a la cordura y sugerirle a los chicos que se metan en su asunto.