Elegí una carrera en la rama de la comunicación esperando poder convertirme en super-heroína y ocultar una doble identidad. Todos sabemos porque los paladines de la justicia eligen trabajar en medios de comunicación, son el cuarto poder, manejar la agenda setting, tienen mejores fuentes de información, y en un mundo perfecto, son neutros con los otros tres poderes, defienden los derechos de la sociedad y fortalecen la democracia. Lamentablemente la profesión ha perdido credibilidad gracias a sus representantes actuales.
Aún así mis armas podrían activarse con la tercer tasa de cafeína matutina o en la versión más nacional con la segunda pava de mate. Mis armas serían: un fribrón indeleble (Sharpie), una agenda calendarizada con actividades identificadas por colores, notitas adhesivas de 4 colores y un dispositivo telefónico con acceso a Internet 24/7.
Entre mis Nemesis figuran: la empleada pública de cualquier dependencia gubernamental, mi querida roommate, los pibes que escuchan cumbia sin auriculares en el bondi, la gente que no sabe agarrar los cubiertos para comer, los novios de mis amigas, mis ex, los perros atrás de las rejas, la gente falsamente extra feliz, entre otros.
Todos los comunicadores tenemos algo de luchar por la verdad y la justicia, a algunos nos falta encontrar un antifaz de nuestra talla y un pantalón de cuero que nos quede cómodo. Y mientras elegimos la identidad que mejor se adapte, los dejo con una heroína nacional: